Cuando un director de operaciones es preguntado sobre cuál es el coste industrial, no duda en su respuesta, e incluso es capaz de detallar su composición.
Cuando realizamos la misma pregunta sobre los costes logísticos, en función de la compañía a la cual nos estemos dirigiendo, la respuesta puede ser muy variada. Desde la empresa que desconoce su coste logístico y lo vincula exclusivamente al coste de transporte, pasando por la empresa que contempla dentro de sus costes logísticos, además del transporte, el almacén y el personal, hasta llegar a la empresa que gestiona de forma profesionalizada su logística y dispone de una cuenta de resultados exclusiva para analizar su evolución.
En el mejor de los escenarios, la logística casi siempre ha estado identificada con el conjunto de procesos vinculados al almacenamiento, la manipulación y el transporte después de la producción, y en estas circunstancias el coste promedio se sitúa entre un 5 y un 7% sobre la venta.
Pero la logística ha evolucionado. Ha dejado de ser una actividad funcional dentro de las organizaciones dónde muchas veces no se sabía muy bien de quién dependía, y ha pasado a ser una actividad transversal que integra todos los procesos claves del negocio dentro del flujo de materiales, con el objetivo de disminuir los costes, los recursos y el tiempo de proceso necesario satisfaciendo las necesidades del cliente. Nace así el concepto de supply chain.
Esta evolución de la logística hacia la supply chain ha sido posible gracias a la aparición de las nuevas tecnologías que han permitido un intercambio de información más rápido, dinámico y fiable desde los proveedores hasta el cliente final y viceversa, imprescindible para hacer frente a las necesidades de los diferentes procesos de la supply chain.
La cadena de suministro incluye -aparte de la logística tradicional de almacenaje y transporte- la planificación, las compras, los aprovisionamientos, la gestión de los pedidos, la atención al cliente y la logística inversa. Y es en este escenario cuando se descubre que los costes reales de la cadena de suministro suben a porcentajes de alrededor del 15% sobre la venta sin contar los inventarios.
En muchas empresas estos costes están asignados inadecuadamente, por lo que quien los supervisa no es quién los genera. Esta imputación incorrecta tiene como consecuencia una pérdida de perspectiva sobre la verdad de los costes logísticos, con el riesgo de menoscabo de competitividad que ello puede suponer.
¿Te suena esta situación? ¿Cuál es tu experiencia?
Autor: Oriol Laporte en LinkedIn – CEO en DIAGTRES S.A.
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